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Las reformas sociales de este Gobierno no son un capricho individual ni de unos pocos, son una necesidad histórica.

Foto: Alocución del Presidente Gustavo Petro Urrego | Noticias de Colombia |

Alocución del Presidente Gustavo Petro Urrego

Colombianos y colombianas:

Colombia nuestro país es el país de la belleza, de la reconciliación y de la resiliencia. Un país que apostó democráticamente por el cambio y por la paz. Yo he recibido con humildad y responsabilidad la tarea de ser guardián de la democracia y de la apuesta por el cambio de millones de colombianos.

El cambio es necesario. Porque, aunque tenemos riquezas, recursos y hemos logrado algunos avances, todavía vivimos en un país donde en cientos de municipios no hay salud. Vivimos en un país donde miles de viejos no tienen pensión y mueren en las calles. Vivimos en un país que debe seguir en búsqueda de una prosperidad que llegue para todos y todas, sin distinción.

Las reformas sociales de este Gobierno no son un capricho individual ni de unos pocos, son una necesidad histórica. Una necesidad con la que este Gobierno y yo, en particular, estamos comprometidos.

Este es un cambio necesario. ¿Por qué no construir reformas entre todos? ¿Por qué algunos las rechazan sin abrir el debate de su necesidad y cómo llevarlas a cabo de la forma más ordenada posible? ¿Por qué algunos se oponen sin preguntarles a quienes llevan años esperando por servicios públicos de calidad? ¿Por qué algunos se oponen sin preguntarle al viejo si sueña algún día con una pensión? ¿Por qué no unirnos todos los sectores y poderes del Estado para luchar contra la corrupción y para velar por la seguridad y la vida digna para todos los colombianos y todas las colombianas?

Han pasado nueve meses desde nuestra posesión y se han puesto en debate las reformas para lograr el cambio. Dijimos en campaña que para alcanzar la paz y una democracia más profunda necesitábamos de dos pilares fundamentales: la Justicia Social y la Justicia Ambiental.

En el terreno de lo ambiental nos hemos convertido en vanguardia mundial de la lucha contra la crisis climática. Empiezan a andar los procesos de transición energética, de ampliar las energías limpias y de revitalizar la Selva Amazónica.

En el terreno de la justicia social, indudablemente, es imprescindible lograr el crecimiento económico y detener el crecimiento de precios en los alimentos y los servicios públicos.

Aún crecemos económicamente, a pesar de la política del Banco de la República de aumentar las tasas de interés. Crecemos en puestos de trabajo hasta el punto de disminuir el desempleo hasta casi un dígito.

Empiezan a caer los precios de los alimentos que ante el crecimiento del salario mínimo que decretamos y el arranque de las ayudas a la Economía Popular, a través del crédito barato, el inicio en firme del Programa de Renta Ciudadana, que entrega 500.000 pesos mensuales a las madres cabeza de hogar y con hijos menores de cinco años, creo firmemente que podemos reducir los niveles de pobreza que dejó el gobierno anterior.

Pero es indudable que la situación de inestabilidad de la economía mundial, las posibilidades de una próxima sequía, disparan las alertas y la atención.

Queremos la mayor de las prosperidades para las familias colombianas y es el objetivo principal de mi Gobierno. Por eso el programa de entrega de tierras a los campesinos avanza bien, pero hay que ampliarlo mucho más.

El Programa de Jóvenes en Paz, para sacar a la juventud de la violencia, ha iniciado y estamos trabajando en la construcción de 70 sedes universitarias en todo el territorio nacional. Son muchos más los beneficios que buscaremos para las familias colombianas y estamos trabajando en ellos.

Las alzas de la tasa de interés ponen en riesgo toda la economía productiva del país. El Gobierno debe mitigar ese riesgo y por eso le pido a la banca privada que reduzca al máximo sus tasas de intermediación en los créditos para el sector productivo, incluido el de vivienda. La banca pública ya lo está haciendo.

Pero adicionalmente, ante las alzas de las tasas de interés, se debe responder con mayores aranceles para proteger los sectores de la industria y la agricultura, y para proteger el trabajo nacional.

La Política de Paz también ha despegado. Destruimos economías ilícitas como nunca, incautamos aproximadamente 1,5 toneladas al día de cocaína, pero, al mismo tiempo, proponemos prosperidad para los territorios y la población donde la violencia se ha perpetuado. Hoy la paz significa la prosperidad de los territorios antes excluidos.

Toda organización armada, ante la destrucción de la economía ilícita, tiene una opción que brindamos: la Paz Total. La posibilidad jurídica y política de dejar las armas y la violencia en procesos de justicia transicional y restaurativa, con verdad, muchísima verdad y, sobre todo, con reparación a las víctimas.

En estos nueve meses hemos avanzado en Justicia Ambiental, Justicia Social y, por lo tanto, abrimos el gran camino hacia la paz. Cuanto más avancemos, más oposición tendremos. El cambio final depende de los pueblos, depende de todas las familias colombianas.

Nosotros iremos hasta donde el pueblo colombiano quiera y hasta donde el pueblo colombiano decida movilizarse en pro de las transformaciones sociales.

Hay millones de hombres y mujeres en este país que aguardan con esperanza que estos cambios sucedan y que no les demos la espalda. Como ya he reconocido antes, mi único temor es fallarles y no poder cumplir con los sueños y la esperanza que muchas familias colombianas han depositado en este Gobierno.

Es la hora de las familias colombianas. Es la hora de la paz de Colombia. Es la hora del pueblo.

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