PABLO ALBORÁN SIGUE CON SU GIRA "TERRAL".
Pablo Alborán sigue inmerso en plena gira
suramericana de presentación de su nuevo álbum “Terral”. Tras los éxitos
conseguidos en sus visitas a Bogotá, Quito, Lima, donde colgó el cartel
de sold-out, tocaba el turno a Santiago de Chile donde Pablo Alborán
llegaba sabiendo que tampoco allí quedaban entradas para asistir a su
concierto. El teatro Caupolicán de Santiago de Chile presentaba un
aspecto inmejorable para el esperado encuentro. Lleno absoluto, o sea
3.500 entradas vendidas desde hace muchos días, y una gran expectación
hacían presagiar que aquella velada no era una velada cualquiera.
Y ya en la recta final, es la apoteosis, con la interpretación de Por
fin, la muy emotiva Gracias, Despídete y Vívela. En total son dos
intensas horas de concierto que permiten comprender por qué Pablo
Alborán ocupa ese destacado lugar de honor en el panorama musical
latino.
El cantante malagueño, arropado por los seis músicos que lo acompañan
en esta gira, un repertorio a toda prueba que le ha situado en lo más
alto de las listas de popularidad en España y la mayoría de los países
suramericanos como Colombia. Pablo Alborán se muestra irresistible desde
los primeros compases.
Apoyándose básicamente en las canciones de su
último disco (“Terral”), sus conciertos arrancan con una enorme fuerza. Y
es que canciones como “Esta permitido”, “La escalera” o “Pasos de cero”
son toda una garantía. Desde un primer momento se establece entre el
músico y el público una suerte de emoción contagiosa que va en aumento a
medida que la música va ganando intensidad. Apenas transcurrido el
primer cuarto de hora del recital, parece que hemos alcanzado lo más
alto. Y, sin embargo, lo mejor está aún por llegar.
Pablo acaba presentando una a una todas las canciones de “Terral”
aunque, como es lógico, en distinto orden. Y, de vez en cuando, parece
regocijarse rescatando de sus dos anteriores trabajos esas composiciones
que todos quieren escuchar. Es cuando suenan “Desencuentro”,
“Caramelo”, “El beso”, “Perdóname” o “Te he echado de menos”, entre
otras, unas veces con toda la banda y otras en una atmósfera íntima
propiciada por un tramo acústico en la mitad del concierto.